miércoles, 20 de octubre de 2010

Caída del Imperio Romano de Occidente

Invasiones bárbaras

Las invasiones germánicas

La crisis se apoderó de forma de Occidente cuando los visigodos bajo el mando de Alarico I se dirigieron hacia Italia en el año 402. En un primer momento, el general romano de origen vándalo Estilicón, una de las últimas grandes figuras militares de Occidente, logró derrotar a Alarico I en la Batalla de Pollentia. Sin embargo, las tropas romanas ya no eran tan abundantes como en tiempos anteriores y Estilicón sólo pudo reunir los hombres suficientes retirando buena parte de los que vigilaban la frontera del río Rin. A resultas de ello, en la Navidad del 406 los vándalos, suevos, francos y en menor medida los gépidos, alanos, sármatas yhérulos, cruzaron de forma masiva el río helado y se extendieron como una plaga por toda la Galia y luego por Hispania, saqueando todas las ciudades a su paso.

Poco después Alarico I volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en Britania un nuevo usurpador se coronaba a sí mismo como Constancio III. Estilicón fue incapaz de atajar la crisis y fue ejecutado en 408. Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por nuevos contingentes bárbaros con el fin de apaciguar la situación en la Galia, pero poco pudieron hacer. En todo el Imperio la autoridad romana se desmoronaba, y sólo las sucesivas capitales de Milán y Rávena contaban con las fuerzas suficientes para defenderse adecuadamente.

Con este cuadro, a Alarico le fue relativamente fácil chantajear a la abandonada ciudad de Roma al sitiarla sucesivamente en 408 y 409, retirándose cuando obtenía el oro convenido con el Senado. Pero en el 410 no le pudieron entregar las 4.000 piezas exigidas y Alarico ordenó saquear la ciudad. Tal hecho fue visto por los propios romanos como el fin de una era y un ultraje inimaginable, pues la antigua gran capital del viejo Imperio caía ahora saqueada por los bárbaros.

Alarico se dirigió luego a Nápoles con intención de embarcar hacia África, pero murió en el camino. Sorprendentemente, Gala Placidia, hermana del emperadorHonorio (refugiado en Ravena), que había sido capturada en Roma, consiguió convencer a los visigodos para que firmasen la paz y se aliaran con los romanos. Selló esta alianza casándose con el nuevo rey visigodo, Ataúlfo, al cual se le cedió la Aquitania en 412 con el fin de que restableciera la autoridad romana sobre la Galia, y lo consiguió tras largas guerras con otros pueblos bárbaros.

Posteriormente, los godos recibirían también el encargo de restablecer el orden en Hispania, lo que consiguieron con una consecuencia: al expulsar a los vándalos de Hispania en 429, éstos se dirigieron a África y la arrasaron, tomando Cartago. Allí se apoderaron de lo que quedaba de la flota romana y aprendieron el arte de navegar, extendiendo su nuevo Imperio marítimo sin problemas por Córcega, Cerdeña, parte de Sicilia y las Baleares. Saquearon también muchas ciudades, incluida de nuevo Roma en 455. Los romanos perdían el dominio del mar y su principal reserva de cereales, la del Norte de África.


Los hunos

Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el decadente Imperio vivió una nueva amenaza, peor todavía que las de los pueblos germánicos. Con la llegada de los hunos de Atila en 451, los romanos conocieron la destrucción total, los saqueos sistemáticos y el genocidio de poblaciones enteras. El Ejército huno sólo pudo ser expulsado de la Galia gracias al genio militar del último gran general romano, Flavio Aecio, que al aliarse con los visigodos, los francos y los alanos, logró derrotar a los hunos y sus vasallos ostrogodos en la Batalla de los Campos Cataláunicos.

Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en 452, deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el papa León I Magno se entrevistó con él. Dos años más tarde, el Emperador Valentiniano III, envidioso y celoso de los éxitos de Aecio, decidió ejecutar a Aecio, deshaciéndose de su mejor general y condenando de forma definitiva al Imperio occidental a la destrucción.

La agonía final del Imperio romano de Occidente

En el año 451, el debilitamiento del Imperio era evidente. El rey huno Atila, había estado arrasando Europa y el Imperio de Oriente. Una carta de amor por parte de la hermana del emperador occidental, (Valentiniano III), Honoria, pedía al bárbaro que la rescatara de los muros de Roma y se casara con ella. Atila, viendo las ventajas que ello podría conllevar, marchó contra Roma.

El general romano Flavio Aecio, conocido como «el último gran romano», marchó hacia la frontera, en Galia, y estableció alianzas con diferentes tribus bárbaras (Visigodos, francos, alanos, burgundios y sármatas) en lo que se estima un ejército de alrededor de entre 100.000 y 200.000. Atila, con un ejército numéricamente superior, formado por hunos, ostrogodos, gépidos, hérulos y turingios, de medio millón de hombres, avanzó. Fue así como el 20 de junio del año 451, se enfrentaron en Châlons. La Batalla de los Campos Cataláunicos sería épica. Se calcula que las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos, siendo un total de 300.000 muertos. La victoria se inclinaría a favor de Aecio, tras derrotar moralmente a un, hasta ahora, invencible Atila.

En el año 452 Atila lanzaría una poderosa contraofensiva que lo llevaría hasta las mismas puertas de Roma. Allí, el papa León I se reunió en secreto con él, y tras esto, Atila ordenó la retirada de sus tropas sin ninguna explicación. Todavía no se sabe qué pasó entre ellos dos, aunque probablemente Atila se retirara debido a las hambrunas y epidemias que sufría su ejército, y que le impediría mantener un asedio sobre Roma.

Dentro de poco, las fuerzas de Atila serían aniquiladas por una gran peste y los hunos desaparecerían. Tras la desaparición de Atila, Valentiniano III comenzó a dudar de la importancia de Aecio, y de su lealtad, asesinándolo a traición el 454. Un año después, en el 455, el senador Petronio Máximo, junto a amigos de Aecio, asesinaron a Valentiniano III y tomaron el poder. En el 455, el rey bárbaro Genserico desembarcó en Italia y saqueó Roma, matando a Petronio Máximo.

Por aquel entonces, estaba claro que el destino del Imperio Romano de Occidente estaba más que sellado. Valentiniano había muerto sin ningún heredero, el saqueo de Roma había supuesto un golpe brutal, sobre todo a la moral romana, los ejércitos carecían de un líder capaz tras el asesinato de Aecio a manos de Valentiniano y los romanos descubrieron que los hunos y los visigodos, no eran sus mayores enemigos. Tras el autoproclamado emperador Petronio Máximo, llegó el saqueo de Genserico, que fue más brutal que el del godo Alarico, esclavizando a los habitantes y saqueando todo aquello que poseyera riquezas, aunque gracias al Papa Leon I Magno, los vándalos de Genserico no cometieron las acciones que acompañaban a los saqueos, como incendios o violaciones.

Tras el saqueo y con la marcha de Genserico, fue elegido emperador Avito, que ya había sido magister militum con Petronio Máximo, Avito nombró magister militum a Ricimero y este llevó a cabo algunas campañas exitosas en Panonia y contra los vándalos en nombre del emperador, aunque ni de lejos consiguió bloquear el poderío naval de estos. Aprovechando una serie de revueltas en Roma, y sabiendo lo que le solía ocurrir a los militares exitosos, además de contar con el apoyo del Senado, Ricimero y su asociado Mayoriano se rebelaron contra Avito y lo depusieron.

Tras el depuesto Avito, llegó Mayoriano, que había sido coronado por Ricimero, pero Mayoriano resultó ser demasiado independiente para lo que Ricimero quería y después del fracaso de Mayoriano en dirigir una expedición contra los vándalos que culminó en el desastre de la Batalla de Cartagena (el fracaso tuvo mucho que ver con Ricimero y muchos oficiales romanos), Mayoriano fue obligado a abdicar por sus propios soldados.

Tras deponer a Mayoriano, Ricimero coronó a Libio Severo que resultó ser más manipulable que su antecesor, aunque este moriría pronto, bien envenenado por Ricimero o bien por causas naturales. Le sucedería el considerado último emperador capaz, Antemio. El reinado de Antemio comenzó bien, ya que era el candidato del emperador oriental y con la buena predisposición de Ricimero. Ricimero dirigió junto al Imperio Romano de Oriente una expedición contra los vándalos que acabó en fracaso, Antemio enfermó y según se dice, entró en un estado de locura, Ricimero lo aprovechó para levantarse contra él, este ejecutó a Antemio tras derrotarlo y le sucedió Anicio Olibrio, el candidato de Ricimero, y su ahora aliado, Genserico.

El reinado de Anicio Olibrio solo duraría unos meses, tras este llegarían Glicerio, un ilirio llamado Julio Nepote y finalmente el último emperador de occidente, Rómulo Augústulo, que era tan solo un niño. Después de que este fuera depuesto por un líder bárbaro llamado Odoacro, el Imperio Romano de Occidente desapareció. Pese a que el año 476 es considerado el fin del Imperio Romano de Occidente y el comienzo de la Edad Media, Julio Nepote seguiría reclamando sus pretensiones al trono imperial hasta su muerte en el año 480.


Principales motivos de la desaparición del imperio

  • Constantes revueltas sociales y rebeliones internas denominadas comunmente como bagaudas, contra las que muchas veces, las autoridades imperiales no podían hacer nada, ya que debían reservar sus ejércitos para luchar contra los bárbaros.
  • Las invasiones hunas de Atila supusieron un punto de inflexión, ya que los romanos jamás habían visto semejante nivel de destrucción y arrasamiento, como el que Atila sometió a la Galia y al norte de Italia y debido a eso se ganó el apodo de El azote de Dios.
  • Constante devaluación de la moneda romana. El tráfico comercial, que se daba principalmente en el Mediterráneo se paralizaba continuamente a causa de las razias piratas, (los vándalos hicieron de la piratería su principal arma contra el imperio).
  • Las plagas y hambrunas afectaban constantemente a la población, la cual cada vez se veía más desplazada hacia el campo, que significaba la despoblación de las ciudades.
  • La barbarización de los ejércitos romanos, que perdieron la disciplina militar y su incomparable equipamiento militar, además de la escasez de líderes militares competentes.
  • Los dos saqueos de Roma por parte de los reyes Alarico y Genserico, supusieron un golpe terrible para la moral romana, ya que hacía más de siete siglos que ningún ejército extranjero penetraba en Roma e hicieron perder al imperio su aura de invencibilidad.

[editar]División del imperio

Pese a que tras el derrocamiento de Rómulo Augústulo se considera el fin del Imperio Romano, esto no sería así, ya que el Imperio Romano de Oriente sobreviviría casi 1.000 años más. Los territorios comprendidos en el antiguo Imperio Romano de Occidente fueron ocupados por las distintas tribus bárbaras que fueron, la mayor parte de ellas, responsables de su caída. La división de los bárbaros en las antiguas fronteras del imperio sería así:

- Italia: Ostrogodos y hérulos

- Hispania: Visigodos, alanos y suevos

- Galia: Francos, burgundios y turingios

- Britania: Anglos y sajones

- Germania: Alamanes y gépidos

- Norte de África: Vándalos

martes, 5 de octubre de 2010

La última conquista de Roma

Trajano contra los Dacios

A principios del siglo II d.C. el emperador Trajano se lanzó a la conquista de un pueblo "bárbaro" instalado más allá de la frontera del Imperio, en la actual Rumanía. La guerra contra los dacios fue sangrienta y agotadora, como nos muestra la columna Trajana.


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Trajano fue un verdadero soldado. Su ascensión al poder supuso por ello un cambio sustancial en la política exterior del Imperio. ésta se había basado, durante casi un siglo, en las directrices marcadas por Augusto, quien propugnó, por una parte, la conquista de nuevos territorios hasta alcanzar una frontera natural estable (el océano Atlántico, el Rin o el Danubio, el desierto de Arabia, etc.), y, en segundo lugar, el fortalecimiento mediante la constitución de un limes o frontera, que marcase claramente la separación entre el mundo civilizado y los bárbaros.
Con Trajano las cosas cambiaron radicalmente. Su política expansionista miraba sobre todo a Persia, al rico imperio de los partos. Pero, antes de enfrentarse al mismo, Trajano necesitaba consolidar una retaguardia estable en el Danubio. Allí estaba asentado un pueblo "bárbaro", el de los dacios, que rechazaba la soberanía romana y que había formado un Estado bastante centralizado y con una civilización superior a la de las tribus vecinas.


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El pretexto que dio pie a la campaña fue la actitud rebelde de Decébalo y su rechazo del tratado con Roma del año 89. En realidad, las directrices de la política exterior de Trajano hacían prácticamente inevitable el enfrentamiento. En efecto, la conquista de la Dacia era conveniente por razones políticas, estratégicas y económicas.
Desde el punto de vista político, la conquista significaba aumentar el prestigio del emperador, impulsar el decaído espíritu militar de los ejércitos romanos y exaltar los ánimos nacionalistas civiles, excesivamente olvidados de la grandeza de la patria romana.
Estratégicamente , la campaña supondría una indudable mejora en la defensa de las provincias balcánicas y una advertencia para otras tribus bárbaras de la frontera. Servirían asimismo para fortalecer la retaguardia antes de iniciar las futuras operaciones militares en Persia.
Con todo, hay quien considera que las motivaciones económicas fueron las más determinantes en la empresa. La explotación de las minas de oro y otros valiosos metales del subsuelo dacio habría de suponer un gran alivio para las depauperadas arcas del fisco romano, mientras que la fundación de colonias en los nuevos territorios constituiría una válvula de escape para el descontento social de los menos afortunados.
El conflicto entre romanos y dacios se desarrolló en dos etapas, las llamadas primera y segunda guerra de Dacia, en 101-102 y 105-106 respectivamente. El estallido de las hostilidades vino procedido por importantes preparativos por ambos contendientes. Decébalo consiguió la alianza de algunas tribus germánicas y sármatas, hasta poner en movimiento un ejército de 160.000 hombres. Trajano, por su parte, reunió a 120.000 hombres. Antes de cruzar el Danubio, abrió rutas y reforzó las guarniciones defensivas.
Durante la primavera y el verano del año 102, Trjano invadió Dacia con cuatro columnas distintas, que, tras someter importantes plazas fuertes, confluyeron delante de la capital. Allí tuvo lugar una gran batalla, durante algún tiempo indecisa, que terminó con el triunfo de romano.
Decébalo, por su parte, volvió a levanatar las fortalezas derruidas en la primera guerra y contrató nuevamente a tránsfugas romanos para la construcción de armamento militar. Invadió también parte del territorio de los yácigos, aliados de Roma, y llamó a los pueblos fronterizos a una gran alianza antirromana. A estos movimientos de Decébalo, Trajano respondió con un ultimátum inaceptable para los dacios: la entrega de armas.

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A principios del verano del año 106 las tropas romanas, quizá con más de 200.000 hombres, iniciaron el asalto a Sarmizegetusa, emplazada en la colina de Grradista, a 1.200 metros de altura. La conquista se realizó con muchas dificultades, y fueron necesarias complejas máquinas de guerra y el corte de aprovisionamientos de la ciudad.
Decébalo huyó hacia los Cárpatos, buscando quizá la alianza de roxolanos y basternos. Finalmente, viendo se cercado por sus perseguidores se quitó la vida. En agosto de 106 la guerra había terminado oficialmente, y empezaba la historia de Dacia como nueva provincia del Imperio romano.

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