martes, 5 de octubre de 2010

La última conquista de Roma

Trajano contra los Dacios

A principios del siglo II d.C. el emperador Trajano se lanzó a la conquista de un pueblo "bárbaro" instalado más allá de la frontera del Imperio, en la actual Rumanía. La guerra contra los dacios fue sangrienta y agotadora, como nos muestra la columna Trajana.


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Trajano fue un verdadero soldado. Su ascensión al poder supuso por ello un cambio sustancial en la política exterior del Imperio. ésta se había basado, durante casi un siglo, en las directrices marcadas por Augusto, quien propugnó, por una parte, la conquista de nuevos territorios hasta alcanzar una frontera natural estable (el océano Atlántico, el Rin o el Danubio, el desierto de Arabia, etc.), y, en segundo lugar, el fortalecimiento mediante la constitución de un limes o frontera, que marcase claramente la separación entre el mundo civilizado y los bárbaros.
Con Trajano las cosas cambiaron radicalmente. Su política expansionista miraba sobre todo a Persia, al rico imperio de los partos. Pero, antes de enfrentarse al mismo, Trajano necesitaba consolidar una retaguardia estable en el Danubio. Allí estaba asentado un pueblo "bárbaro", el de los dacios, que rechazaba la soberanía romana y que había formado un Estado bastante centralizado y con una civilización superior a la de las tribus vecinas.


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El pretexto que dio pie a la campaña fue la actitud rebelde de Decébalo y su rechazo del tratado con Roma del año 89. En realidad, las directrices de la política exterior de Trajano hacían prácticamente inevitable el enfrentamiento. En efecto, la conquista de la Dacia era conveniente por razones políticas, estratégicas y económicas.
Desde el punto de vista político, la conquista significaba aumentar el prestigio del emperador, impulsar el decaído espíritu militar de los ejércitos romanos y exaltar los ánimos nacionalistas civiles, excesivamente olvidados de la grandeza de la patria romana.
Estratégicamente , la campaña supondría una indudable mejora en la defensa de las provincias balcánicas y una advertencia para otras tribus bárbaras de la frontera. Servirían asimismo para fortalecer la retaguardia antes de iniciar las futuras operaciones militares en Persia.
Con todo, hay quien considera que las motivaciones económicas fueron las más determinantes en la empresa. La explotación de las minas de oro y otros valiosos metales del subsuelo dacio habría de suponer un gran alivio para las depauperadas arcas del fisco romano, mientras que la fundación de colonias en los nuevos territorios constituiría una válvula de escape para el descontento social de los menos afortunados.
El conflicto entre romanos y dacios se desarrolló en dos etapas, las llamadas primera y segunda guerra de Dacia, en 101-102 y 105-106 respectivamente. El estallido de las hostilidades vino procedido por importantes preparativos por ambos contendientes. Decébalo consiguió la alianza de algunas tribus germánicas y sármatas, hasta poner en movimiento un ejército de 160.000 hombres. Trajano, por su parte, reunió a 120.000 hombres. Antes de cruzar el Danubio, abrió rutas y reforzó las guarniciones defensivas.
Durante la primavera y el verano del año 102, Trjano invadió Dacia con cuatro columnas distintas, que, tras someter importantes plazas fuertes, confluyeron delante de la capital. Allí tuvo lugar una gran batalla, durante algún tiempo indecisa, que terminó con el triunfo de romano.
Decébalo, por su parte, volvió a levanatar las fortalezas derruidas en la primera guerra y contrató nuevamente a tránsfugas romanos para la construcción de armamento militar. Invadió también parte del territorio de los yácigos, aliados de Roma, y llamó a los pueblos fronterizos a una gran alianza antirromana. A estos movimientos de Decébalo, Trajano respondió con un ultimátum inaceptable para los dacios: la entrega de armas.

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A principios del verano del año 106 las tropas romanas, quizá con más de 200.000 hombres, iniciaron el asalto a Sarmizegetusa, emplazada en la colina de Grradista, a 1.200 metros de altura. La conquista se realizó con muchas dificultades, y fueron necesarias complejas máquinas de guerra y el corte de aprovisionamientos de la ciudad.
Decébalo huyó hacia los Cárpatos, buscando quizá la alianza de roxolanos y basternos. Finalmente, viendo se cercado por sus perseguidores se quitó la vida. En agosto de 106 la guerra había terminado oficialmente, y empezaba la historia de Dacia como nueva provincia del Imperio romano.

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