domingo, 6 de marzo de 2011

Rodrigo Díaz de Vivar El Cid

Rodrigo Díaz (Vivar del Cid, provincia de Burgos 1041-1054Valencia, 1099) fue un caballero castellano que llegó a dominar al frente de su propia mesnada el Levante de la Península Ibérica a finales del siglo XI de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad un señorío independiente desde el 17 de junio de 10946 hasta su muerte.

Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid. Ha pasado a la posteridad como El Campeador o El Cid (del árabe dialectal سيد sīdi, 'señor'). Por el apelativo «Campeador» fue conocido en vida, pues se atestigua en documentos desde 1098; el sobrenombre de «Cid», aunque se conjetura que pudieron usarlo sus coetáneos zaragozanos o valencianos, aparece por vez primera en el Poema de Almería, compuesto entre 1147 y 1149.

Segundo destierro: su intervención en Levante

Al llegar el Cid a Murviedro, Valencia estaba siendo sitiada por Berenguer Ramón II. Rodrigo, ante la fortaleza de esta alianza, procuró un acuerdo con Al-Mundir de Lérida y pactó con el conde de Barcelona el levantamiento del asedio, que este hizo efectivo. Posteriormente, El Cid comenzó a cobrar las parias que anteriormente Valencia pagaba a Barcelona o al rey Alfonso VI, posiblemente de acuerdo con el rey castellano-leonés.

Sin embargo, en 1088, se produciría un nuevo desencuentro entre el caudillo castellano y su rey. Alfonso VI había conquistado Aledo (provincia de Murcia), desde donde ponía en peligro las taifas de Murcia, Granada y Sevilla, con continuas algaradas de saqueo. Entonces las taifas andalusíes solicitaron de nuevo la intervención del emperador almorávide, Yusuf ibn Tashufin, que sitió Aledo el verano de 1088. Alfonso acudió al rescate de la fortaleza y ordenó a Rodrigo que marchara a su encuentro para sumar sus fuerzas, pero el Campeador, que se dirigió hacia Murcia, no acabó por reunirse con su rey, sin que se pueda discernir si la causa fue un problema logístico o la decisión del Cid de evitar el encuentro. En todo caso, Alfonso VI volvió a castigar al Cid con un nuevo destierro acusándole de traición.

En 1089 el Cid recala en Calamocha. A partir de este momento, planteó su intervención en Levante como una actividad personal y no como una misión por cuenta del rey. En 1090 saqueó la taifa de Denia y después se acercó a Murviedro, lo que provocó que Al-Qádir de Valencia pasara a pagarle tributos para asegurarse su amistad. El rey de Lérida, que veía amenazados sus dominios sobre Tortosa y Denia, se alió con Berenguer Ramón II, quien atacó al Cid, pero el castellano derrotó en Tévar —posiblemente un pinar situado en el actual puerto de Torre Miró, entre Monroyo yMorella— al conde de Barcelona en 1090. Berenguer Ramón II, tras este suceso, se comprometió a abandonar sus intereses en el Levante. Como consecuencia de estas victorias el Cid se convirtió en la figura más poderosa del oriente de la Península, estableciendo un protectorado sobre Levante que tenía como tributarios a Valencia, Lérida, Tortosa,Denia, Albarracín, Alpuente, Sagunto, Jérica, Segorbe y Almenara.26

En 1092 reconstruyó como base de operaciones la fortaleza de Peña Cadiella (actualmente La Carbonera, sierra de Benicadell), pero Alfonso VI había perdido su influencia en Valencia, sustituida por el protectorado del Cid. Para recuperar su dominio de esa zona se alió con Sancho Ramírez de Aragón y Berenguer Ramón II, y consiguió el apoyo naval de Pisa y Génova. El rey de Aragón, el conde de Barcelona y la flota pisana y genovesa atacaron la Taifa de Tortosa, que había sido sometida por el Cid al pago de parias y en verano de 1092 la coalición hostigó Valencia. Alfonso VI, por su parte, había acudido antes por tierra a Valencia para acaudillar la alianza múltiple contra el Cid, pero la armada pisano-genovesa no llegó a tiempo y el rey castellano, al no poder sostener a su ejército sitiador por más tiempo, hubo de abandonar las tierras valencianas.

Rodrigo, que estaba en Zaragoza (la única taifa que no le tributaba parias) recabando el apoyo de Al-Musta'in II, tomó represalias contra el territorio castellano mediante una enérgica campaña de saqueo en La Rioja. Tras estos acontecimientos, ninguna fuerza cristiana se pudo oponer al Cid, y solo el potente Imperio almorávide, entonces en la cima de su poderío militar, podía hacerle frente.

La amenaza almorávide fue la causa que definitivamente llevó al Cid a dar un paso más en sus ambiciones en Levante y, superando la idea de crear un protectorado sobre las distintas fortalezas de la región, sostenido con el cobro de las parias de las taifas vecinas (Tortosa, Alpuente, Albarracín, y otras ciudades fortificadas levantinas) decidió conquistar la ciudad de Valencia para establecer un señorío hereditario, estatus extraordinario para un señor de la guerra independiente en cuanto que no estaba sometido a ningún rey cristiano.27

Conquista de Valencia


Ese verano comenzó a cercar la ciudad. Valencia, en situación de peligro extremo, solicitó un ejército de socorro almorávide, que fue enviado al mando de Al-Latmuní y avanzó desde el sur de la capital del Turia hastaAlmusafes, a veintitrés kilómetros de Valencia, para seguidamente volver a retirarse. Ya no recibirían los valencianos más auxilio y la ciudad empezó a sufrir las consecuencias del desabastecimiento. El estrecho cerco se prolongaría por casi un año entero, tras el cual Valencia se vio obligada a capitular el 17 de junio de1094.6 El Cid tomó posesión de la ciudad titulándose «Príncipe Rodrigo el Campeador»3 y quizá de este periodo date el tratamiento de que derivaría en «Cid».

Tras el verano de 1092, con el Cid aún en Zaragoza, el cadí Ibn Yahhaf con el apoyo de la facción almorávide promovió la ejecución de Al-Qadir (28 de octubre) y se hizo con el poder en Valencia. Al conocer la noticia, el Campeador regresó a Valencia a comienzos de noviembre y sitió la fortaleza de Cebolla, actualmente en el término municipal de El Puig, a catorce kilómetros de la capital levantina, rindiéndola mediado el año 1093 con la decidida intención de que le sirviera de base de operaciones para un definitivo asalto a Valencia.

De todos modos, la presión almorávide no cejó y a mediados de septiembre de ese mismo año un ejército al mando de Abu Abdalá Muhammad ibn Tāšufīn, sobrino del emperador Yusuf, llegó hasta Cuart de Poblet, a cinco kilómetros de la capital, y la asedió, pero fue derrotado por el Cid en batalla campal.28

Con el fin de asegurarse las rutas del norte del nuevo señorío, Rodrigo consiguió aliarse con el nuevo rey de Aragón Pedro I, que había sido entronizado poco antes de la caída de Valencia durante el sitio de Huesca, y tomó el Castillo de Serra y Olocau en 1095.


Ese mismo año, Rodrigo envió a su único hijo varón, Diego Rodríguez, a luchar junto a Alfonso VI contra losalmorávides; las tropas de Alfonso VI fueron derrotadas y Diego perdió la vida en la Batalla de Consuegra.29 A fines de 1097 tomó Almenara, cerrando así las rutas del norte de Valencia y en 1098 conquistó definitivamente la imponente ciudad fortificada de Sagunto, con lo que consolidaba su dominio sobre la que había sido anteriormente taifa de Balansiya.

En 1097 una nueva incursión almorávide al mando de nuevo de Muhammad ibn Tasufin intentó recuperar Valencia para el islam, pero cerca de Gandía fue derrotado otra vez por el Campeador con la colaboración del ejército de Pedro I de Aragón en la batalla de Bairén.

También en 1098 consagró la nueva Catedral de Santa María, reformando la que había sido mezquita aljama. Había situado a un obispo cluniaciense, Jerónimo de Perigord, al frente de la nueva sede episcopal en detrimento del antiguo metropolitano mozárabe o (sayyid almaṭran), debido a la desafección que se había producido entre el Campeador y la comunidad mozárabe durante el sitio de Valencia de septiembre y octubre de 1094. En el diploma de dotación de la catedral de fines de 1098 Rodrigo se presenta como «princeps Rodericus Campidoctor», considerándose un soberano autónomo pese a no tener ascendencia real, y se alude a la batalla de Cuarte como un triunfo conseguido rápidamente y sin bajas sobre un número enorme de mahometanos.30

Establecido ya en Valencia, se alió también con Ramón Berenguer III con el propósito de frenar conjuntamente el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron con matrimonios. Hacia 1099 casó a sus hijas con altos dignatarios: Cristinacon el infante Ramiro Sánchez de Pamplona31 y María con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III.32 33 Tales vínculos confirmaron la veracidad histórica de los versos 3.724 y 3.725 del Cantar de mio Cid «hoy los reyes de España sus parientes son,/ a todos alcanza honra por el que en buen hora nació». En efecto García Ramírez el Restaurador fue nieto del Cid y rey de Pamplona; asimismo, Alfonso VIII de Castilla era tataranieto del Campeador.



Ausias March

Hijo del también caballero y poeta Pere March y de Leonor Ripoll. Según distintas versiones el lugar de su nacimiento podría ser Valencia, aunque tradicionalmente se le creía nacido en Alicante mientras una tercera versión sostiene que nació en Beniarjó, (pueblo cercano a Gandía). De joven participó en las expediciones que el rey Alfonso V el Magnánimo realizó por el Mediterráneo.

Fue Señor de Beniarjó, Pardines y Vernissa, y halconero mayor del rey de la Corona de Aragón (Alfonso V el Magnánimo). Fue armado caballero en 1419. Participó en la expedición de Alfonso V a Córcega y Cerdeña, y en otras expediciones contra los piratas del Mediterráneo. En 1425 se retiró a sus posesiones valencianas, instalándose en Gandía en 1428. De notar es en este período su relación personal y literaria con el príncipe Carlos de Viana, heredero al trono de Navarra.

A partir de los veintisiete años ya no saldría de su tierra; permaneciendo primero en Gandía, donde se dedicó a la adminstración de sus propiedades, y después en Valencia. Comenzó a escribir en 1430. Tres años más tarde, el infante Juan, Duque de Gandía, confirmó sus privilegios como señor feudal.

En 1437, a los cuarenta años se casó con Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanch. Dos años más tarde Isabel murió y Ausiàs March contrajo segundas nupcias con Joana Escorna, quien murió en 1443. Sus dos esposas, así como varios miembros de su familia, están enterrados en el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba.

Ausiàs March murió el 3 de marzo del año 1459 en Valencia, dejando cinco hijos bastardos pero ninguno legítimo. Fue enterrado en la catedral de Valencia, donde aún puede verse su losa sepulcral, cerca de la Porta de la Almoyna.

Obra

Ausiàs March abandona la tradición de la poesía trovadoresca y su retórica brillante –pero artificiosa y distante– lo que le permite la expresión de la íntima meditación personal de un hombre-poeta que aparece desprovisto de toda ficción y dispuesto a hablarnos de todo aquello que le obsesiona: el amor, las relaciones del hombre con Dios, el dolor y la muerte, el pecado y la virtud. Estos problemas son reales y personales, del mismo modo que lo son las mujeres que aparecen en su obra, que ya no son Beatrices ni Lauras distantes y platónicas –puras ideas con nombre propio–, ni las idealizadas midons –mi dueña– de los poetas provenzales, sino mujeres reales, con sus vicios y virtudes, que son amadas u odiadas por razones concretas y no por un afán de idealización.

La obra de March está constituida por ciento veintiocho poemas. En 1539 se recopilaron 46 de sus composiciones en Valencia, traducidas al castellano por Baltasar de Romaní. Otra edición vallisoletana integrada por 124 poesías fue supervisada por Juan de Resa, capellán de Felipe II en 1555. La traducción de Jorge de Montemayor, que data de 1560, fue impresa en Valencia y posteriormente en Zaragoza (1562) y Madrid (1579). Su obra influyó de forma notable en la poesía Española del Renacimiento.

La mayoría de estudiosos se decantan por clasificar su obra en ciclos temáticos. De hecho, cada uno de estos ciclos forma una unidad de sentido, y se observa una evolución formal y conceptual en los diferentes ciclos, por lo que se ha llegado a considerar su obra completa como un inmenso poema.

martes, 15 de febrero de 2011

El origen del Castellano

Durante los primeros siglos, los castellanos fueron colonizando tierras hacia el sur, en una constante alternativa entre la defensa contra los musulmanes y la obsesión de ganarles terreno por medio de la conquista y la repoblación. En ese medio y ambiente hostiles se fue forjando un pueblo innovador, rebelde y rudo. Los territorios conquistados a los musulmanes eran repoblados con gente de diversos lugares, por lo que hablaban la misma lengua, hispanovisigótico, pero de forma diferente.

El castellano debió nacer como un conjunto de deformaciones vulgares provocadas en un ambiente de situación bilingüe, con clara intención de manifestar su personalidad propia frente a otras normas habladas. Su germen, pues, debió ser ese romance hispanovisigótico, y sus impulsores los factores señalados, es decir, los varios hábitos lingüísticos, la deformación, la vulgarización y la conciencia positiva de unos hablantes respecto a su manera de hablar.
A pesar de que las gentes castellanas hablaran su lengua desde tiempos que no podemos asegurar con exactitud, está claro, que la plasmación escrita de esa nueva norma escrita, no se dio hasta siglos después. La cultura estaba en aquellos tiempos en los monasterios y es evidente, que los documentos allí escritos, lo eran en aún en la lengua madre, es decir, en latín, ya fuera este más o menos culto.
Evidente es que debieron circular documentos con grafías ya propias de la nueva lengua de una forma no oficial, es decir, en documentos no de monasterios, como pudieron ser pequeños escritos de los juglares, como cantares de gesta y poemas de tipo heroico. Las primeras letras escritas que se conservan en la actualidad, son las llamadas Glosas Emilianenses y Silenses, que son documentos procedentes de los monasterios de San Millán de la Cogolla (monasterio riojano cercano a la provincia de Burgos) y del monasterio de Santo Domingo de Silos, en el alfoz de Lara, Burgos. Estas glosas no son mas que pequeños comentarios en lengua castellana a fragmentos de textos latinos.
Las Glosas Emilianenses son anotaciones escritas en el siglo XI en el códice latino Aemilianensis 60, con la intención de resolver dificultades de comprensión del texto.
Para unos podría tratarse de un joven monje que no comprendía el significado de algunas palabras en latín e hizo unas anotaciones en la lengua que mejor conocía.
Para otros podría tratarse de un monje predicador que se hizo dichas anotaciones para que los feligreses pudieran entender mejor el sermón.
Dichas glosas fueron encontradas en los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, lugar que se conoce como la cuna del castellano.
Las Glosas Silenses son comentarios en la lengua romance peninsular, lo que más tarde evolucionará y dará origen al castellano, por copistas medievales en los márgenes de un texto en latín.
Su función era la misma que la de las Glosas Emilianenses, es decir aclarar una serie de pasajes oscuros de dicho texto. Las Glosas Silenses también datan del siglo XI pero fueron encontradas en el monasterio de Santo Domingo de Silos.
Los juglares desempeñaron un papel importe en la trasmisión del castellano. Los juglares eran personas que tenían una vida vagabunda, decir no vivían en un sitio fijo. Escribían sus cantares en los idiomas que conocían, al trasladarse a otros lugares y recitar sus cantares la población escuchaba dicho cantar en el idioma que hablaba el juglar, de forma que iba transmitiendo su idioma por todos los sitios a los que iba.
Seguramente las Glosas Emilianenses y Silenses no fueron el primer documento escrito, dado que los juglares habrían escrito poemas y cantares en castellano, pero como los materiales que utilizaban los juglares eran bastante malos no se ha conservado ningún documento escrito de estas personas. Las Glosas pertenecían a un monasterio, en aquella época los monasterios se encargaban de escribir los libros, por lo que son el primer documento oficial en castellano.

martes, 8 de febrero de 2011

Carmina Burana

Carmina burana es el nombre dado a la colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII reunidos en el manuscrito encontrado en Benediktbeuern en el siglo XIX.

El manuscrito
El original Carmina burana es una colección de cantos de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la abadía de Bura Sancti Benedicti (Benediktbeuern), en Baviera; en el transcurso de la secularización llegaron a la Biblioteca Estatal de Baviera en Múnich, donde se conservan (Signatura: clm 4660/4660a).
El códice recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín (aunque no con metro clásico), algunas partes en un dialecto del alto alemán medio, y del francés antiguo.
Fueron escritos hacia el año 1230 aproximadamente, posiblemente en la abadía benedictina de Seckau o en el convento de Neustift, ambos en Austria.
Contenido
En estos poemas se hace gala del gozo por vivir y del interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, y con su crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos, nos dan una visión contrapuesta a la que se desarrolló en los siglos XVIII y segunda parte del XIX acerca de la Edad Media como una “época oscura”.


En los Carmina burana se satirizaba y se criticaba todas las clases de la sociedad en general, especialmente a las personas que ostentaban el poder en la corona y sobre todo en el clero. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las letanías del Antiguo Evangelio para satirizar la decadencia de la curia romana, o para construir elogios al amor, al juego o, sobre todo, al vino, en la tradición de los cármina potoria. Por otra parte narran hechos de las cruzadas, así como el rapto de doncellas por caballeros
O Fortunavelut lunastatu variabilis,semper crescisaut decrescis;vita detestabilisnunc obduratet tunc curatludo mentis aciem,egestatem,potestatemdissolvit ut glaciem.Sors immaniset inanis,rota tu volubilis,status malus,vana salussemper dissolubilis,obumbrataet velatamichi quoque niteris;nunc per ludumdorsum nudumfero tui sceleris.Sors salutiset virtutismichi nunc contraria,est affectuset defectussemper in angaria.Hac in horasine moracorde pulsum tangite;quod per sortemsternit fortem,mecum omnes plangite!
Oh Fortuna,como la lunavariable de estado,siempre creceso decreces;¡Que vida tan detestable!ahora oprimesdespués aliviascomo un juego,a la pobrezay al poderderrites como al hielo.Suerte monstruosay vacía,tu rueda gira,perverso,la salud es vanasiempre se difumina,sombríoy veladotambién a mi me mortificas;ahora en el juegollevo mi espalda desnudapor tu villanía.La Suerte en la saludy en la virtudestá contra mí,me empujay me lastra,siempre esclavizado.En esta hora,sin tardanza,toca las cuerdas vibrantes,porque la Suertederriba al fuerte,llorad todos conmigo.

domingo, 9 de enero de 2011

Alfonso VI

Alfonso VI de León

Alfonso VI de León (10471 - Toledo, 1 de julio de 1109), llamado el Bravo, fue rey de León (10651109), de Galicia (10711072; 10721109) y de Castilla(10721109). Durante su reinado se conquistó la ciudad de Toledo, en el año 1085, y tuvieron lugar las batallas de Uclés y Sagrajas, que constituyeron sendas derrotas para las mesnadas leonesas y castellanas, falleciendo en la primera el heredero del rey, el infante Sancho Alfónsez.

Ascenso al trono

Como segundo hijo varón del rey de León y conde de Castilla,2 Fernando I, y de la reina Sancha de León, a Alfonso no le habría correspondido heredar. Sin embargo, en 1063, Fernando I convocó una Curia Regia para dar a conocer sus disposiciones testamentarias en las cuales, siguiendo la ley navarra, decidió repartir su patrimonio entre sus hijos:

Reinado

1ª etapa (10651072): consolidación del trono

Alfonso tuvo que enfrentarse desde muy pronto con los deseos expansionistas de su hermano Sancho quien, como primogénito, se consideraba el único heredero legítimo de todos los reinos de su padre. Los conflictos se inician cuando en 1067 fallece la reina Sancha, suceso que abrirá un periodo de siete años de guerra entre los tres hermanos y cuyo primer acto tendrá lugar el 19 de julio de 1068 cuando Alfonso y Sancho se enfrentan en Llantada, en un juicio de Dios en el que ambos hermanos pactan que el que resultase victorioso obtendría el reino del derrotado. Aunque Sancho vence, Alfonso no cumple con lo acordado a pesar de lo cual las relaciones entre ambos se mantienen como demuestra el hecho de que Alfonso acudiera, el 26 de mayo de 1069, a la boda de Sancho con una noble inglesa llamada Alberta y donde ambos decidieron unirse para repartirse el reino de Galicia que le había correspondido a García, el menor de los hijos de Fernando I.

Con la complicidad de Alfonso, su hermano Sancho entra en Galicia en 1071 y, tras derrotar a su hermano García, lo apresa en Santarém encarcelándolo en Burgoshasta que es exiliado a la taifa de Sevilla gobernada por Al-Mutamid. Tras eliminar a su hermano, Alfonso y Sancho se titulan reyes de Galicia y firman una tregua que se mantendrá durante tres años.

Lienzo que representa la Jura de Santa Gadea. Marcos Giráldez de Acosta. Palacio del Senado. (1864).

La tregua se rompe con la batalla de Golpejera en 1072. Las tropas de Alfonso salen victoriosas, pero éste decide no perseguir a su hermano. Alfonso fue hecho prisionero y encarcelado en Burgos. Posteriormente es trasladado al monasterio de Sahagún, donde se le rasura la cabeza y se le obliga a tomar la casulla, pero con la ayuda del abad logra fugarse refugiándose en la taifa de Toledo bajo la protección de su vasallo el rey Al-Mamún.

Alfonso, desde su exilio en Toledo, logra el apoyo tanto de su hermana Urraca como de la nobleza leonesa que se hacen fuertes en la ciudad de Zamora obligando a Sancho, en 1072, a sitiar la ciudad para someterla. En el transcurso del asedio el rey Sancho recibió la muerte. La tradición narra el episodio con el detalle de que durante el cerco, un noble zamorano llamado Vellido Dolfos se presentó ante el rey como desertor y, con la excusa de mostrarle los puntos débiles de las murallas, lo separó de su guardia y consiguió acabar con su vida de una lanzada, aunque no hay constancia alguna de que la muerte de Sancho se debiera a una traición; pudo ser debida a un lance bélico propio de la situación de sitio.

El asesinato de su hermano Sancho, que no dejó descendencia, permitió a Alfonso recuperar su trono y reclamar para sí Castilla y Galicia.

En este momento, la Leyenda de Cardeña acerca del Cid (siglo XIII) sitúa la jura exculpatoria de la posible participación de Alfonso en el asesinato de su hermano, que tomó El Cid en la iglesia de Santa Gadea de Burgos (Jura de Santa Gadea) y que provocarían una relación de desconfianza mutua entre ambos, aunque Alfonso intentó un acercamiento al ofrecerle en matrimonio a su sobrina Jimena Díaz junto a la inmunidad de sus heredades. Estos hechos y sus consecuencias llegarían con el tiempo a ser considerados históricos por multitud de cronistas e historiadores, aunque en la actualidad la mayor parte de estos rechazan la historicidad del episodio.

La muerte de Sancho también fue aprovechada por García para recuperar su propio trono, pero al año siguiente, en 1073, fue llamado por Alfonso a una reunión, siendo apresado y encarcelado de por vida en el castillo de Luna, donde fallecería finalmente en 1090.

2ª etapa (10721086): expansión territorial

Consolidado en el trono leonés, Alfonso VI dedica los siguientes catorce años de su reinado a engrandecer sus territorios mediante conquistas como la de Uclés y los territorios de los Banu Di-l-Nun.

Vista general de la ciudad de Toledo, conquistada por Alfonso VI el Bravo en 1085.

Su primer movimiento lo realiza en 1076, cuando al fallecer el monarca navarro Sancho Garcés IV, la nobleza navarra decide que el trono no pase a su hijo menor de edad, sino a uno de los nietos de Sancho III de Navarra: Alfonso VI o Sancho Ramírez de Aragón que invadieron el reino navarro. Tras llegar a un acuerdo, Sancho Ramírez es reconocido como rey de Navarra y Alfonso se anexiona los territorios de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y La Bureba, adoptando en 1077 el título de Emperador.

Pero su gran expansión territorial la hará a costa de los reinos taifas musulmanes, para lo cual Alfonso siguió con la práctica de explotación económica mediante el sistema de parias consiguiendo que la mayor parte de los reinos de taifas de la España musulmana fuesen sus tributarios, práctica a la que unió la presión militar.

Una de las iniciativas de estos años, que ha pasado a la historia como la traición de Rueda, terminará en fracaso. Tuvo lugar en 1083 en el castillo deRueda de Jalón, cuando Alfonso recibe noticias de que el alcaide de dicha fortaleza, la cual pertenecía al reino Taifa de Zaragoza, pretende rendirla al rey leonés. Las tropas que envía Alfonso son emboscadas al entrar en el castillo y mueren varios de sus principales magnates.

En 1074 había fallecido envenenado en Córdoba su vasallo y amigo, el rey de la taifa de Toledo Al-Mamún a quien sucedió su nieto Al-Qádir quién, en1084, solicitó por segunda vez la ayuda de Alfonso ante un levantamiento que pretendía derrocarle. Alfonso aprovechó el llamamiento de ayuda del rey taifa para sitiar Toledo ciudad que caería el 25 de mayo de 1085 y al-Qadir fue enviado como rey a Valencia bajo la protección de Alvar Fáñez.

Tras esta importante conquista, el monarca se tituló emperador de las dos religiones y como gesto ante la importante población musulmana de la ciudad se compromete, además de respetar las propiedades de estos, a reservarles la mezquita mayor para su culto. Esta decisión será revocada por el recién nombrado arzobispo de Toledo, el cluniacense Bernardo de Sedirac, aprovechando una ausencia del monarca de Toledo y valiéndose para ello del apoyo de la reina Constanza de Borgoña.

La ocupación de Toledo, que permite a Alfonso VI incorporar el título de rey de Toledo a los que ya ostentaba, llevó a la toma de ciudades como Talavera y de fortalezas como el castillo de Aledo. También ocupa la entonces ciudad de Mayrit en 1085 sin resistencia, probablemente mediante capitulación. La incorporación del territorio situado entre el Sistema Central y el río Tajo, servirá de base de operaciones para la corona leonesa, desde donde podía emprender un mayor hostigamiento contra las taifas de Córdoba, Sevilla, Badajoz y Granada.

Estatua de Alfonso VI en los Jardines de Sabatini de Madrid (F. Corral, 1753)..

3ª etapa (10861109): la invasión almorávide

La presión militar y económica sobre los reinos taifas hace que los reyes de las taifas de Sevilla, Granada, Badajoz y Almería decidan pedir ayuda a los almorávides que, en1086, al mando del emir Yusuf ibn Tasufin cruzan el estrecho de Gibraltar y desembarcan en Algeciras.

En Sevilla, el ejército almorávide se une a las tropas de los reinos taifas y se dirigen a tierras extremeñas donde, el 23 de octubre de 1086, se enfrentan en la batalla de Zalaca a las tropas de Alfonso VI que se había visto obligado a abandonar el sitio a que sometía a la ciudad de Zaragoza. La batalla se salda con la derrota de las tropas cristianas que regresan a Toledo para defenderse, pero el emir no supo aprovechar la victoria, pues regresó apresuradamente a África a causa de la muerte de su hijo. Alfonso solicitó a los reinos cristianos de Europa la organización de una cruzada contra los almorávides que habían recuperado casi todos los territorios que Alfonso había conquistado, con la excepción de Toledo, ciudad en la que Alfonso se hacía fuerte.

Aunque la cruzada no llega finalmente a organizarse, sí provoca la entrada en la península de un importante número de cruzados entre los que destacan Raimundo de Borgoña y Enrique de Borgoña que contraerán matrimonio con dos hijas de Alfonso, Urraca (1090) y Teresa (1094) lo que va a provocar la entrada de la dinastía borgoñona en los reinos peninsulares.

En 1088 Yusuf ibn Tasufin cruza por segunda vez el estrecho, pero es derrotado en el cerco de la fortaleza de Aledo y la deserción de muchos de los reyes de las taifas musulmanas, lo que motivó que, en su próxima venida, el emir viniera con la decisión de destituirles a todos y quedarse él como único rey de todo al-Andalus.

En 1090 los almorávides realizan un tercer desembarco, destituyen al rey de Granada, vencen a al-Mamun, gobernador de Córdoba, y tras la batalla de Almodóvar del Río, entran en Sevilla enviando al exilio a su rey al-Mutamid.

En 1097 se produce un cuarto desembarco almorávide. La noticia la recibe Alfonso VI cuando se dirigía a Zaragoza para prestar ayuda a su vasallo el rey Al-Musta'in II en su enfrentamiento con el recién coronado Pedro I de Aragón. El objetivo almorávide es nuevamente Toledo, en cuyo camino se encuentra el castillo de Consuegra y donde, el 15 de agosto, se encontrarán con las tropas cristianas que nuevamente resultarán derrotadas en la batalla de Consuegra lo que supondrá la confirmación del periodo de decadencia del reinado de Alfonso VI que ya se había iniciado en 1086 con la derrota de Zalaca.

En 1102, Alfonso envía tropas en auxilio de Valencia frente a la amenaza almorávide. La ciudad había sido conquistada en 1094 por El Cid y desde la muerte de éste, en 1099, estaba gobernada por su viuda Jimena. La batalla tuvo lugar en Cullera sin un claro vencedor, aunque Valencia cayó en manos almorávides ante lo costoso que resultaba para Alfonso defender esta plaza.

En 1108 las tropas del almorávide Tamim, gobernador de Córdoba e hijo de Yusuf ibn Tasufin se dirigen nuevamente contra los territorios cristianos, pero la ciudad elegida no es Toledo sino Uclés. Alfonso se encontraba en Sahagún, recién casado, mayor y con una vieja herida que le impide montar a caballo. Al mando del ejército se pone Álvar Fáñez, gobernador de las tierras de los Banu Di-l-Nun, y le acompaña el infante heredero Sancho Alfónsez con siete condes y las tropas concejiles de Alcalá y Catalañazor. Los ejércitos se enfrentan en la Batalla de Uclés, donde las tropas cristianas sufrirán otra dura derrota y en la que, además, morirá el infante heredero al trono, lo que tendrá como consecuencia un parón de 30 años en la reconquista y la independencia del condado portucalense.