martes, 15 de febrero de 2011

El origen del Castellano

Durante los primeros siglos, los castellanos fueron colonizando tierras hacia el sur, en una constante alternativa entre la defensa contra los musulmanes y la obsesión de ganarles terreno por medio de la conquista y la repoblación. En ese medio y ambiente hostiles se fue forjando un pueblo innovador, rebelde y rudo. Los territorios conquistados a los musulmanes eran repoblados con gente de diversos lugares, por lo que hablaban la misma lengua, hispanovisigótico, pero de forma diferente.

El castellano debió nacer como un conjunto de deformaciones vulgares provocadas en un ambiente de situación bilingüe, con clara intención de manifestar su personalidad propia frente a otras normas habladas. Su germen, pues, debió ser ese romance hispanovisigótico, y sus impulsores los factores señalados, es decir, los varios hábitos lingüísticos, la deformación, la vulgarización y la conciencia positiva de unos hablantes respecto a su manera de hablar.
A pesar de que las gentes castellanas hablaran su lengua desde tiempos que no podemos asegurar con exactitud, está claro, que la plasmación escrita de esa nueva norma escrita, no se dio hasta siglos después. La cultura estaba en aquellos tiempos en los monasterios y es evidente, que los documentos allí escritos, lo eran en aún en la lengua madre, es decir, en latín, ya fuera este más o menos culto.
Evidente es que debieron circular documentos con grafías ya propias de la nueva lengua de una forma no oficial, es decir, en documentos no de monasterios, como pudieron ser pequeños escritos de los juglares, como cantares de gesta y poemas de tipo heroico. Las primeras letras escritas que se conservan en la actualidad, son las llamadas Glosas Emilianenses y Silenses, que son documentos procedentes de los monasterios de San Millán de la Cogolla (monasterio riojano cercano a la provincia de Burgos) y del monasterio de Santo Domingo de Silos, en el alfoz de Lara, Burgos. Estas glosas no son mas que pequeños comentarios en lengua castellana a fragmentos de textos latinos.
Las Glosas Emilianenses son anotaciones escritas en el siglo XI en el códice latino Aemilianensis 60, con la intención de resolver dificultades de comprensión del texto.
Para unos podría tratarse de un joven monje que no comprendía el significado de algunas palabras en latín e hizo unas anotaciones en la lengua que mejor conocía.
Para otros podría tratarse de un monje predicador que se hizo dichas anotaciones para que los feligreses pudieran entender mejor el sermón.
Dichas glosas fueron encontradas en los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, lugar que se conoce como la cuna del castellano.
Las Glosas Silenses son comentarios en la lengua romance peninsular, lo que más tarde evolucionará y dará origen al castellano, por copistas medievales en los márgenes de un texto en latín.
Su función era la misma que la de las Glosas Emilianenses, es decir aclarar una serie de pasajes oscuros de dicho texto. Las Glosas Silenses también datan del siglo XI pero fueron encontradas en el monasterio de Santo Domingo de Silos.
Los juglares desempeñaron un papel importe en la trasmisión del castellano. Los juglares eran personas que tenían una vida vagabunda, decir no vivían en un sitio fijo. Escribían sus cantares en los idiomas que conocían, al trasladarse a otros lugares y recitar sus cantares la población escuchaba dicho cantar en el idioma que hablaba el juglar, de forma que iba transmitiendo su idioma por todos los sitios a los que iba.
Seguramente las Glosas Emilianenses y Silenses no fueron el primer documento escrito, dado que los juglares habrían escrito poemas y cantares en castellano, pero como los materiales que utilizaban los juglares eran bastante malos no se ha conservado ningún documento escrito de estas personas. Las Glosas pertenecían a un monasterio, en aquella época los monasterios se encargaban de escribir los libros, por lo que son el primer documento oficial en castellano.

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