domingo, 6 de marzo de 2011

Ausias March

Hijo del también caballero y poeta Pere March y de Leonor Ripoll. Según distintas versiones el lugar de su nacimiento podría ser Valencia, aunque tradicionalmente se le creía nacido en Alicante mientras una tercera versión sostiene que nació en Beniarjó, (pueblo cercano a Gandía). De joven participó en las expediciones que el rey Alfonso V el Magnánimo realizó por el Mediterráneo.

Fue Señor de Beniarjó, Pardines y Vernissa, y halconero mayor del rey de la Corona de Aragón (Alfonso V el Magnánimo). Fue armado caballero en 1419. Participó en la expedición de Alfonso V a Córcega y Cerdeña, y en otras expediciones contra los piratas del Mediterráneo. En 1425 se retiró a sus posesiones valencianas, instalándose en Gandía en 1428. De notar es en este período su relación personal y literaria con el príncipe Carlos de Viana, heredero al trono de Navarra.

A partir de los veintisiete años ya no saldría de su tierra; permaneciendo primero en Gandía, donde se dedicó a la adminstración de sus propiedades, y después en Valencia. Comenzó a escribir en 1430. Tres años más tarde, el infante Juan, Duque de Gandía, confirmó sus privilegios como señor feudal.

En 1437, a los cuarenta años se casó con Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanch. Dos años más tarde Isabel murió y Ausiàs March contrajo segundas nupcias con Joana Escorna, quien murió en 1443. Sus dos esposas, así como varios miembros de su familia, están enterrados en el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba.

Ausiàs March murió el 3 de marzo del año 1459 en Valencia, dejando cinco hijos bastardos pero ninguno legítimo. Fue enterrado en la catedral de Valencia, donde aún puede verse su losa sepulcral, cerca de la Porta de la Almoyna.

Obra

Ausiàs March abandona la tradición de la poesía trovadoresca y su retórica brillante –pero artificiosa y distante– lo que le permite la expresión de la íntima meditación personal de un hombre-poeta que aparece desprovisto de toda ficción y dispuesto a hablarnos de todo aquello que le obsesiona: el amor, las relaciones del hombre con Dios, el dolor y la muerte, el pecado y la virtud. Estos problemas son reales y personales, del mismo modo que lo son las mujeres que aparecen en su obra, que ya no son Beatrices ni Lauras distantes y platónicas –puras ideas con nombre propio–, ni las idealizadas midons –mi dueña– de los poetas provenzales, sino mujeres reales, con sus vicios y virtudes, que son amadas u odiadas por razones concretas y no por un afán de idealización.

La obra de March está constituida por ciento veintiocho poemas. En 1539 se recopilaron 46 de sus composiciones en Valencia, traducidas al castellano por Baltasar de Romaní. Otra edición vallisoletana integrada por 124 poesías fue supervisada por Juan de Resa, capellán de Felipe II en 1555. La traducción de Jorge de Montemayor, que data de 1560, fue impresa en Valencia y posteriormente en Zaragoza (1562) y Madrid (1579). Su obra influyó de forma notable en la poesía Española del Renacimiento.

La mayoría de estudiosos se decantan por clasificar su obra en ciclos temáticos. De hecho, cada uno de estos ciclos forma una unidad de sentido, y se observa una evolución formal y conceptual en los diferentes ciclos, por lo que se ha llegado a considerar su obra completa como un inmenso poema.

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